Se trata de una especie muy longeva, que puede llegar hasta los trescientos años de vida. Natural de las zonas templadas del hemisferio norte, es posible encontrarlo en viveros. Suele ubicarse en las márgenes de los ríos y es muy resistente a la contaminación. La corteza y sus yemas foliares contienen un aceite esencial que cubre un amplio espectro terapéutico. Tiene propiedades sudoríficas, febrífugas, diuréticas, anti inflamatorias, balsámicas, expectorantes y
antirreumáticas.
El líquido obtenido mediante decocción alivia el reuma, la artritis y los dolores en general. Además, desinflama las mucosas y favorece la eliminación. Del álamo como una Las esencias de los árboles actúan en los niveles más profundos de nuestro ser, ayudando a sanar el alma con uno de las hierbas medicinales se obtiene un carbón medicinal que se emplea como antídoto en las intoxicaciones, como anti diarreico e incluso como dentífrico. La esencia de la flor es sedante y tranquilizante. El álamo es indicado para casos de amigdalitis, hiper e hipotiroidismo, resfríos, pulmonías, afecciones intestinales, gripes, hiperactividad, neurosis, asma, flema, sordera, pérdida de memoria y dispersión.
Una esencia o elixir floral es un preparado líquido que recoge la información o la energía que emana una flor. La esencia tiene una base acuosa que suele conservarse mezclada con coñac u otro alcohol biológico. No deben confundirse los elixires florales con las esencias aromáticas, también llamadas aceites esenciales. El elixir es energético, inodoro y posee propiedades terapéuticas. La esencia, en cambio, conserva el olor característico de una planta pero no siempre se emplea para sanar.